Operativo seducción: Massa y el desafío de convertirse en el candidato del kirchnerismo
Desde su rol como presidente de la Cámara de Diputados, el líder del Frente Renovador se construye día a día como una opción posible de cara a 2023. Este año, aspira a tener su propia cucarda: la reforma del Impuesto a las Ganancias.
A la hora de analizar la construcción del Frente de Todos, suele destacarse como un gran gesto político el renunciamiento histórico de Cristina Fernández de Kirchner.
Aquella mañana del sábado 18 de mayo de 2019, la entonces líder de Unidad Ciudadana dio un paso al costado y resignó ser candidata a presidenta para dejarle ese lugar a Alberto Fernández y, en cambio, ser su compañera de fórmula.
Sin dudas, se trató de un acto de generosidad por parte de Cristina. Pero son pocos los que reparan en el otro gran renunciamiento. El de Sergio Tomás Massa, que fue el que terminó de darle forma al proyecto político que meses más tarde impediría otros cuatro años de Mauricio Macri en el sillón de Rivadavia.
Rebobinemos.
A comienzos de 2019, Massa integraba Alternativa Federal junto a los peronistas Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti y Miguel Ángel Pichetto. Los cuatro intentaban sumar a Roberto Lavagna para conformar un gran frente opositor de cara a unas primarias de las que finalmente surgiera el candidato que lograra disputarle la presidencia a Macri. Pero Lavagna nunca se animó a dar el salto y prefirió quedarse en su casa, relajado, en sandalias y medias.
Massa era un peso pesado dentro de aquel espacio, aunque no contaba ni con la centralidad, ni con el caudal de votos de Cristina. Recordemos que en las elecciones legislativas de 2017 se presentó como candidato a senador por la provincia de Buenos Aires junto a Margarita Stolbizer y ambos obtuvieron apenas el 11,31% de los votos, contra el 41,35% de Cambiemos (Esteban Bullrich y Gladys González) y el 37,31% de Unidad Ciudadana (CFK y Jorge Taiana). De todos modos -y más allá del traspié-, los votos del líder del Frente Renovador resultaban valiosos ante una eventual reunificación del peronismo, y muy necesarios para cocinar un triunfo en las urnas.
Tuvo que pasar casi un mes del anuncio de Cristina para que Massa y Alberto se juntaran en las oficinas de México y Balcarce a tomar el café que terminó de sellar la unidad.
En el preciso instante en el que Massa anunció que formaría parte del Frente de Todos, muy pocos resaltaron el hecho de que el tigrense, al igual que Cristina, también se estaba quitando el traje de candidato presidencial. Quizás comprendió que no era su momento y necesitaba más tiempo para llegar a la Casa Rosada. Lo cierto es que puso el interés nacional por encima de sus ambiciones personales.
En una entrevista con Jorge Fontevecchia realizada a finales de septiembre de 2019, Massa expuso algunas reflexiones que explican la decisión que tomó en aquella oportunidad:
El momento del país requería de la responsabilidad de aquellos que creíamos que Macri fracasó
Decir que Macri nos unió es una mirada simplona. Yo creo que nos unió el deseo de una Argentina en donde el trabajo y la producción le ganen a la especulación
Todos cedimos un poco porque entendimos que lo más importante era la Argentina
Mi vocación de ser Presidente sigue intacta, pero tengo tiempo. Me parece que era momento de demostrar que yo también estaba dispuesto a hacer un gesto de grandeza para terminar con el dolor que representaba el gobierno de Macri
Yo no iba a permitir cuatro años más de Macri. Y generar una tercera fuerza que obtuviera diez puntos y se los restara al peronismo (N de la R: ser refería a Alternativa Federal) era ser funcional a la continuidad de Macri
Una vez consumado el triunfo del 27 de octubre, la gran incógnita giraba en torno al rol que tendría Massa dentro del Gobierno y cómo sería su relación con el kirchnerismo más duro.
Si bien algunos podían llegar a sentir cierta desconfianza o verlo como una amenaza rupturista a futuro, el líder del Frente Renovador venía construyendo desde hacía tiempo una muy buena relación con Máximo Kirchner, Wado De Pedro y Axel Kicillof.
No solo no hubo ruptura, sino que el Frente de Todos celebró su primer año en el poder con un acto en el Estadio Único de La Plata que, si bien tuvo pases de facturas y un exhorto de CFK a aquellos funcionarios que no funcionan para que "vayan a buscar otro laburo", dejó una imagen de unidad con la foto de Alberto, Cristina, Sergio, Máximo, Axel y Verónica Magario.
Hoy el gran desafío de Massa es convertirse en un candidato posible para el kirchnerismo de cara a 2023. Convencer, puertas adentro, de que es la mejor opción ante un eventual escenario que obligue a presentar nuevamente un candidato moderado que logre captar el voto de esa porción del electorado que suele tener más feeling con las propuestas de centroderecha. ¿Y cuál sería ese eventual escenario? Que Máximo o Axel no midan lo suficiente.
Sucede que el kirchnerismo duro ya no es tan duro. Se volvió pragmático. Entendió que para ganar una elección no puede radicalizarse tanto. Del mismo modo que Massa comprendió que, para ser Presidente en 2023, indefectiblemente necesitará del voto K.
También, obviamente, de que a Alberto no se le ocurra ir por la reelección.
Massa se construye día a día como candidato. Sin prisa y sin pausa. Dueño de un perfil más dialoguista, desde la presidencia de la Cámara de Diputados se encarga de articular y buscar consensos con diversos actores.
Tiene diferencias ideológicas con Alberto, con Cristina y con muchos otros referentes del espacio que integra. Y no las calla. Quizás, en una suerte de guiño hacia sus votantes.
Durante las tomas de tierras, dijo: "El Estado tiene que hacer cumplir la ley y desalojar". Muy lejos de Juan Grabois.
Sobre la inseguridad: "No es una sensación. Es un problema que tenemos". Totalmente despegado de Sabina Frederic y Aníbal Fernández.
En materia de Educación, sostuvo: "Las clases tienen que empezar con los chicos yendo al colegio". Diferente a lo manifestado por Nicolás Trotta y el propio Kicillof durante todo el verano.
También suele asistir a inauguraciones de diferentes obras, un rol que no es propio del presidente de la Cámara Baja.
Y así como en 2020 Alberto se anotó el poroto del aborto y Máximo el del impuesto a las grandes fortunas, Massa aspira a tener su propia cucarda este año.
Esta semana, la Cámara de Diputados comenzó a tratar la reforma del Impuesto a las Ganancias, un proyecto que es de su autoría, que en caso de aprobarse eximirá del pago del tributo a todos aquellos trabajadores que ganan menos de $150.000 por mes. Claramente, un centro a las capas medias, y una maniobra inteligente que le permite salir a pescar en las aguas de Horacio Rodríguez Larreta, la opción moderada de Juntos por el Cambio, su alter ego en la vereda de enfrente.
Massa tiene claro que, dentro del Frente de Todos, es el único en condiciones de disputarle votos a las otras fuerzas políticas. Es su principal activo, y seguramente lo hará valer.